Como ya sabéis, hoy es un día peligroso. Anda suelto
por ahí un diosecillo alado que, por
sentirse en los días que se le festeja especialmente juguetón, va tirando sus
flechas sin orden y concierto sobre los ingenuos mortales. A algunos los
alcanza con flecha de punta de oro y se enamoran perdidamente de la primera
persona que ven, sin distinción de edad, color, sexo, religión y demás
criterios discriminatorios habituales; a otros, por el contrario, les toca
la de punta de bronce y –¡ay, pobres!-
se pasan meses arrastrando su odio y su desamor por las aceras de las calles y
los rincones de su corazón.
Aunque ambos estados tienen sus contraindicaciones, espero
que, de ser alcanzados por alguna de esas saetas, os toque una de filo dorado,
que, desde luego, es mucho más literaria.
Cuidado, mucho cuidado, que anda suelto Cupido y -según cuentan- empieza a tener serios problemas de vista.
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