Con los cambios de temperatura primavera-invierno, muchos nos hemos puesto enfermos. Cuando el otro día fuí al médico y me recetó una medicina efervescente no pude evitar acordarme de este mini-cuento de Julio Cortázar:
En un vaso de agua fría o preferentemente tibia
Es triste, pero jamás comprenderé las aspirinas efervescentes, los alcaselser y las vitaminas C. Jamás comprenderé nada efervescente porque una medicina efervescente no se puede tomar mientras efervesce puesto que parte de la pastilla se te pega al paladar y qué cosquillas, por lo demás totalmente desprovistas de propiedades terapéuticas. Si en cambio se la toma una vez que ha efervescido ya no se ve para qué sirve que sea efervescente. He leído mucho los prospectos que acompañan a esos productos, sin encontrar una explicación satisfactoria; sin duda la hay, pero para enfermos más inteligentes.
Julio Cortázar
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