Queridos alumnos y alumnas:
"Has de poner los ojos en quién eres, procurando conocerte e ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse"
Vais a aproximaros a El Quijote en unas circunstancias difícilmente imaginables. Como os decía a través de Itaca , os detallo aquí los capítulos que vamos a leer de la obra cervantina. Son los siguientes:
Primera parte: I, IV, XI (con los cabreros) , XVI (la venta), XXI (yelmo de Mambrino), XXII (los galeotes), XXV (en sierra Morena), LII.
Segunda parte: II,III,IV, XI, XVII (aventura leones), XXII,XXIII (Cueva de Montesinos), XXXI, XLI (Clavileño), XLII, XLIII (consejos a Sancho), LXIV, LXXIV.
Dentro de unos días supongo que ya podréis acceder a Aules y allí encontraréis las actividades.
Recupero y actualizo la siguiente entrada de hace unos años pues ahí tenéis ya hecha la selección de capítulos para leer, por si hay alguien que no tenga un quijote en casa.
Cuidaos mucho.
"Has de poner los ojos en quién eres, procurando conocerte e ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse"
Razón tiene nuestro hidalgo.
Como este curso hemos optado, en vez de la lectura de alguna adaptación, por seleccionar una serie de capítulos representativos, por si alguno de vosotros no contare - entre los ejemplares de la biblioteca propia o familiar- con un ejemplar sobre las andanzas del famoso caballero, pensado he facilitaros tan extraordinaria tarea, ya que "esta nuestra edad de hierro" de ciertas ventajas goza.
Accede a la selección AQUÍ
Entre los capítulos seleccionados, figuran la serie de consejos que don Quijote da a Sancho. No tienen desperdicio.
CAPÍTULO XLII
De los consejos que dio don Quijote a Sancho Panza antes que fuese a gobernar la ínsula, con otras cosas
bien consideradas
—Infinitas gracias doy al cielo, Sancho amigo, de que antes y primero que yo haya encontrado con alguna buena dicha te haya salido a ti a recebir y a encontrar la buena ventura. /…/ Tú, que para mí sin duda alguna eres un porro, sin madrugar ni trasnochar y sin hacer diligencia alguna, con solo el aliento que te ha tocado de la andante caballería, sin más ni más te vees gobernador de una ínsula, como quien no dice nada. /…/Todo esto digo, ¡oh Sancho!, para que no atribuyas a tus merecimientos la merced recebida, sino que des gracias al cielo, que dispone suavemente las cosas, y después las darás a la grandeza que en sí encierra la profesión de la caballería andante. Dispuesto, pues, el corazón a creer lo que te he dicho, está, ¡oh hijo!, atento a este tu Catón16, que quiere aconsejarte y ser norte y guía que te encamine y saque a seguro puerto deste mar proceloso donde vas a engolfarte, que los oficios y grandes cargos no son otra cosa sino un golfo profundo de confusiones.
»IVPrimeramente, ¡oh hijo!, has de temer a Dios, porque en el temerle está la sabiduría y siendo sabio no podrás errar en nada17.
»Lo segundo, has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse18./…/
»Haz gala, Sancho, de la humildad de tu linaje23, y no te desprecies de decir que vienes de labradores24, porque viendo que no te corres25, ninguno se pondrá a correrte, y préciate más de ser humilde virtuoso que pecador soberbio./…/
»Mira, Sancho: si tomas por medio a la virtud y te precias de hacer hechos virtuosos, no hay para qué tener envidia a los que padres y agüelos tienenVIII príncipes y señores26, porque la sangre se hereda y la virtud se aquista27, y la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale./…/
»Hallen en ti más compasión las lágrimas del pobre, pero no más justicia que las informaciones del rico33.
»Procura descubrir la verdad por entre las promesas y dádivas del rico como por entre los sollozos e importunidades del pobre.
»Cuando pudiere y debiere tener lugar la equidad, no cargues todo el rigor de la ley al delincuente, que no es mejor la fama del juez riguroso que la del compasivo.
»Si acaso doblares la vara de la justicia34, no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia./…/
»Al que has de castigar con obras no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin la añadidura de las malas razones.
»Al culpado que cayere debajo de tu juridición considérale hombreXIVmiserable35, sujeto a las condiciones de la depravada naturaleza nuestra, y en todo cuanto fuere de tu parte, sin hacer agravio a la contraria, muéstratele piadoso y clemente, porque aunque los atributos de Dios todos son iguales, más resplandece y campea a nuestro ver el de la misericordia que el de la justicia.
»Si estos preceptos y estas reglas sigues, Sancho, serán luengos tus días, tu fama será eterna, tus premios colmados, tu felicidad indecible, casarás tus hijos como quisieres, títulos tendrán ellos y tus nietos, vivirás en paz y beneplácito de las gentes, y en los últimos pasos de la vida te alcanzará el de la muerte en vejez suave y madura, y cerrarán tus ojosXV las tiernas y delicadas manos de tus terceros netezuelos36. Esto que hasta aquí te he dicho son documentosXVI que han de adornar tu alma37; escucha ahora los que han de servir para adorno del cuerpo.
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