jueves, 23 de junio de 2016

V Concurso relato Corto AMPA EIS LA SENDA. Textos ganadores Categoría B



          LOS OJOS QUE NO ME DEJABAN VER

Sara Navarro


Las manecillas del reloj marcaban las siete de la mañana cuando llamaron al timbre. ¿Quién podía ser a estas horas? Helena se levantó de la cama y se dirigió hacia la puerta tras la cual esperaban dos hombres; uno calvo, el otro un poco más bajo y con el pelo algo canoso. Esther abrió la puerta después de mirar por la mirilla y al hacerlo, el más bajo le mostró una placa. ¿Qué hacía la policía en su casa? Los hombres, con el rostro desencajado, permanecieron unos segundos callados hasta que el calvo empezó a hablar.

Para Esther el mundo dejó de girar. No podía ser. Un sollozo ahogado rompió el silencio tras las palabras del hombre calvo y unos segundos después… cayó al suelo.
 



Encontraron a María por casualidad; un coche de policía que patrullaba el pueblo se detuvo al ver entre dos contenedores una bolsa manchada de algo que parecía sangre. Los dos policías bajaron del coche y cuando se acercaron a ver lo que contenía la bolsa descubrieron horrorizados que se trataba de una joven con varios signos de violencia. Al poco tiempo, el callejón se había llenado de policías, periodistas y algún vecino curioso.
El reloj marcaba las siete cuando los dos policías que hacía apenas una hora habían encontrado el cuerpo de la joven, se disponían a pedirle a su madre que identificara el cuerpo de su hija.



Jamás podré olvidar la primera vez que sus ojos se clavaron en los míos. Era verano y nos invitaron a una fiesta en la playa a mi amiga Laura y a mí. A mí nunca me ha gustado mucho beber, pero lo había dejado hacía pocas semanas con Carlos y vi mi salida en el alcohol y chillando como si no hubiera un mañana. La verdad es que de esa noche recuerdo pocas cosas, de entre ellas sus brillantes ojos azules que conseguían provocarme escalofríos cada vez que se clavaban en los míos, la música, e imágenes confusas en las que aparecía él cogiéndome antes de que me cayera al suelo.
Después de la fiesta no volví a saber nada del chico hasta Agosto. Estaba estudiando tercer año de filología inglesa y me ofrecieron trabajo dando clases a niños en un campamento de inglés cerca de la playa. No lo pude creer cuando vi de nuevo esos ojos azules clavarse en los míos.
-Hola, yo soy Marcos; encantado de conocerte…
-Emmm si, María; quiero decir, que me llamo María…-no sabía que decir, ni que hacer. Por una parte sentía vergüenza por volver a encontrar a aquel desconocido, pero por otra no podía dejar de analizar al chico alto, moreno y con ojos azules que tenía enfrente y tampoco podía alejar de mi mente los sentimientos de atracción que despertaba en mi aquel chico.
-No sé si te acordarás pero tú y yo ya nos conocíamos…
-Si, en la playa… bueno, siento que me conocieras en ese estado pero yo en realidad no soy así, quiero decir… que yo pues de normal no bebo pero resulta que…- una sonrisa perfecta se dibujó en el rostro de Marcos y cortándome me dijo:
-Tranquila, cuando vamos de fiesta todos nos convertimos en personas completamente diferentes, no tienes por qué darme explicaciones. ¿Qué haces aquí?
-Pues hago de profe, ¿y tú?
-Monitor, ya sabes… juegos y todas esas cosas para los críos…- me dedicó de nuevo una sonrisa y yo se la devolví, la conversación se alargó tanto que cuando dejamos de hablar ya era casi la hora de comer y aún ni había deshecho las maletas…

Esas dos semanas fueron las mejores de mi vida. Estuvimos hablando de tantas cosas… tenía un año más que yo y había tenido dos novias pero las dos tuvieron que irse a vivir a otros sitios… parecía tan sensible… ahí empezó todo.

Ahora llevamos juntos cinco meses y cada vez las cosas van a mejor. Estoy segura de que es mi media naranja, el chico perfecto para mí. Todas mis amigas piensan que hacemos la mejor pareja del mundo, incluso mejor que Angelina Jolie y Brad Pitt. Todas menos mi amiga Laura, es una plasta… no entiende que ya no tengo tiempo para ir a hacer tonterías con ella como antes. Lo primero para mí es Marcos, bueno y yo también soy lo primero para él, supongo. Desde que estamos juntos no nos separamos, no podemos estar un día sin vernos… me cuida tanto…

-María, ya ni llamas a tus padres para preguntarles como llevan la semana, no pasas casi por casa, te estás gastando mucho dinero en comprarte esa ropa estúpida de marcas pijas y… ¡¿ahora me dices que no quieres venir al cine?!
-Ay Laura, hoy hago cinco meses con Marcos… si fueses buena amiga no me echarías en cara esas tonterías. Me gusta vestirme así, me siento más mujer y ya soy adulta para estar llamando a mis padres dos días por semana para preguntarles como van las cosas por allí.
-María… ¿No te das cuenta de que no eres la misma? Hace unos meses no te habrías puesto una falda por debajo de las rodillas ni aunque te pagaran… ¿Ahora si?
-Mira Laura, no seas exagerada…La falda llega a las rodillas… he cambiado, no quiero ser la chica de las minifaldas que va provocando cuando tiene novio. Marcos me dijo que a él le gustaba más como me quedaba esta ropa; que me hacía más intelectual y que era más apetecible poder quitármela…
-Marcos… claro. ¿Vistes así por Marcos? La verdad María, no te reconozco.
-Laura, hacía mucho que nadie me cuidaba tanto, ni me protegía tanto. Estoy tan feliz… me siento muy afortunada, de verdad. Y no me importa vestir así, incluso me gusta; en serio Laura, no culpes a Marcos de mis cambios; soy yo, esta es una nueva etapa en mi vida y siento que ya era hora de hacer cambios.-
Llaman al timbre y voy corriendo a abrir la puerta. Un ramo de rosas gigante aparece al abrir la puerta y detrás de él, el chico de mis sueños, mi príncipe azul.
-¡AMOOOOR!
-Buenos días princesa, gracias por hacer de estos cinco últimos meses los mejores de mi vida.

El tiempo pasa volando, quién diría que mi felicidad pudiera ser tan duradera… Hoy es 26 de Agosto del 2015 y Marcos y yo hacemos un año juntos. Este último mes Marcos ha estado viviendo en el piso con Laura y conmigo, y como era de esperar Laura no deja de poner pegas. Que si no limpia, que si no cocina… pobrecito. Lo echaron del trabajo y estaba viviendo en casa de su jefe, en una habitación alquilada; al echarlo no tenía ningún lugar al que ir y yo le ofrecí nuestro piso hasta que encontrara otro. Claro que con la pesada de Laura el pobre no puede vivir en paz.
Ahora he quedado con Marcos para ir al parque donde me pidió salir, es tan detallista…
-¡Laura me voy con Marcos!
- ¿Vivís juntos y tienes que quedar con él?
-Es una sorpresa… hoy hacemos un año Laura, ¿te lo puedes creer?
-Por supuesto que me lo creo María… llevas un año viviendo en el infierno y te crees que es el cielo. ¿No te das cuenta? Te controla las llamadas, los horarios, la ropa, no te deja salir sola por ahí a no ser que vayas a la uni… ni siquiera te deja salir con tus amigos. ¿Hace cuanto que no hablas con Víctor y con Rubén? Son nuestros amigos desde que éramos unos mocos.
-Que amargada estás Laura. ¿No te das cuenta que hace todo eso porque me quiere? Solo quiere que sea suya y es normal…yo quiero que él sea solo mío también, pero sé que me quiere tanto que no me hace falta ni mirarle el teléfono. Sólo tiene ojos para mí. Y si tanto te molesta pues te vas del piso.
-¿Encima me tengo que ir yo? Se pasa todo el día con la cervecita viendo la tele, sin hacer nada.
- Eso es mentira, yo le he visto fregando los platos y tendiendo un par de lavadoras.
-Mira María, no quiero discutir contigo. Eres mi mejor amiga y lo único que quiero es protegerte pero si tu no ves el peligro, allá tú. Yo me voy de esta casa y si queréis os quedáis los dos en amor y compañía en este piso siendo felices y comiendo perdices. Pero yo opino que estás viviendo con el propio diablo.
-Pues me parece perfecto, vete y déjame ser feliz. Marcos tiene razón. Estás celosa de mí y siempre lo has estado. Eres una egoísta que no aguanta verme feliz, ¿Pues sabes qué? Que te vas a quedar sola, porque nunca vas a encontrar a nadie que te quiera como a mí me quiere Marcos. ¡SOLA!


Han pasado dos meses desde que Laura se fue y tengo la sensación de que cada día es peor que el anterior. Marcos está todo el día tumbado viendo la televisión o jugando a la consola y yo me tengo que encargar de absolutamente todo. Sé que me quiere y me encanta vivir con él pero…

-¡María! ¡La comida!
-Marcos, he llegado hace media hora de la Universidad, aún no tengo la comida hecha.
-¡Eres una zorra! A la universidad vas demasiado… eso te pasa, que te gusta más zorrear que a un tonto un lápiz. ¿No te gustaría más quedarte aquí conmigo en vez de ir a la universidad?
-Pero…
-¡QUE ME HAGAS LA PUTA COMIDA! Y mañana no vas a la universidad. Te quedas conmigo, que hace mucho que no me pones contento… seguro que allí los tienes a todos el doble de contentos que a mí con ese escote que me llevas.
-Marcos, si no llevo escote es solo…
-Que te calles la boca y me hagas la puta comida que tengo hambre.

Marcos se acerca a mí con el bote de cerveza y me da un beso. Está borracho, si no lo estuviera no me diría todas estas cosas.
-Marcos yo te quiero, ¿Tú me quieres?
-Eeeey, mi vida… no llores shhh eh, mírame.- me levanta la cabeza cogiéndome de la barbilla- eres lo mejor que me ha pasado en esta vida, no voy a dejar que pase lo mismo que con Lucía y Andrea; por supuesto que te quiero. Pero entiéndeme, tengo hambre y tú cocinas tan bien…
-¿Quiénes son Lucía y Andrea?
-¿eh? Ah… mis novias que te conté que me abandonaron, que hijas de puta…Esas si que eran zorras…
-Yo no te voy a abandonar por nada del mundo  Marcos, pero me siento mal cuando me dices esas cosas…
-Lo siento, cariño- y se toma el último trago de su cerveza.- Por favor, hazme la comida.
- Voy.
Mientras hago la comida pongo las noticias. Y dejo las sartenes al escuchar una noticia.
-Y hoy se encuentra, después de un año y medio desde su desaparición a Andrea Torres. Los restos de la joven aparecieron en medio del campo, a unos cien quilómetros de la casa donde vivía con su pareja Marcos Núñez. La policía investiga un posible caso de violencia de género y se dispone a buscar al joven del que nadie sabe desde hace unos meses.-
No podía creer lo que estaba escuchando, asustada cojo la sartén cuando oigo entrar a Marcos por detrás de mí, pero cuando me doy la vuelta ya es demasiado tarde. Marcos se abalanza sobre mí y aprieta sus manos contra mi cuello. No puedo respirar, sólo puedo oír como grita.
-¡ZORRA!¡YO TE QUERÍA!¡TÚ HAS PROVOCADO ESTO!
Con las pocas fuerzas que me quedan agarro la sartén y le doy en la cabeza, intento levantarme pero no puedo. Finalmente me arrastro hasta el comedor  y voy a por mi teléfono. Marco el número de Laura a duras penas y respiro aliviada unos segundos cuando la llamada da tono.
-¿María?
-¡Laura!
Pero no me da tiempo a más. Cuando me quiero dar cuenta tengo a Marcos encima de mí y siento un dolor en el estómago. Cuando miro hacia abajo solo veo sangre. Vuelvo a mirar a Marcos y me pierdo en sus ojos azules  mientras me clava el cuchillo una segunda vez y la tercera vez ya casi ni me duele, me duele más su mirada clavándose en la mía, sin signos de sentimientos. Yo sé que me quiere, solamente está borracho… solamente está borracho…yo… le quiero, o le quería. ¿Me quiere?


El reloj marca las siete de la mañana cuando, donde horas antes encontraron el cuerpo de una muchacha desaparecida desde hace un año y medio, yace el cuerpo de un joven con un tiro en la cabeza. 




Según Dani…

Eva Moya Ferry

Llegamos mi madre y yo a la casa nueva, teníamos que instalarnos rápido porque al día siguiente empezaría las clases. Nos acabábamos de mudar, y mamá aún estaba nerviosa por la separación entre papá y ella. Pero no quitaba la sonrisa de su boca, no quería entristecer a su único hijo. Mamá llevaba tiempo sufriendo en silencio, llorando entre noches y revisando una vez tras otra los registros fiscales, ya no se arreglaba para salir a la calle, se recogía el pelo con una pinza, y se ponía siempre el mismo chándal para salir. No se maquillaba sus preciosos ojos castaños y ya no se teñía los labios de rojo.
Al llegar, las vistas no eran muy motivadoras; era una finca vieja, con grietas en la misma fachada, pero lo peor fue que no había ascensor.
Subimos hasta el tercer piso, pero mi madre se paró y dejó unas cajas que llevaba en las manos.
-¿Te pasa algo mamá? -pregunté preocupado.
Ella, cogiéndose del abdomen contestó:
-No, solo es flato -dijo con tono humorístico- sigue tú, sube las cajas al quinto piso y abre la puerta nueve..-me entregó las llaves.
Llegando al cuarto piso me topé con un chico que, sin pausa y a toda mecha bajaba las escaleras.
-¡hola! – dijo acaloradamente- me llamo Dani.¿ Sois los nuevos vecinos del quinto?
- si- musité yo extrañado-nos vamos a instalar ahora.
-perfecto, ¿ayudo?
-vale- dije mientras él cogía las cajas sin ningún esfuerzo.
Mientras subíamos, Dani me comentó que se mudó a esta finca cuando su madre falleció y que ahora vive aquí con su padre.
Llegamos al quinto rellano, tenía las llaves en la mano y la puerta enfrente de mí, cuando entorné la puerta un chirriante ruido arañó mis oídos. El salón no estaba mal, pero apenas me fijé, porque fui corriendo a ver lo que sería mi cuarto. Tenía una extraña forma, pero era grande y con una cama cómoda. Pensara lo que pensara, era lo que tenía.
Salí tan emocionado para ver la casa que me olvidé por completo de Dani, así que salí a ver cómo estaba
No estaba, pero oía su voz subiendo por las escaleras. Estaba ayudando a mi madre a subir cajas del coche.
-¿Así que  estáis matriculados en el mismo instituto?- mi madre ya había comenzado el interrogatorio.
-Efectivamente-afirmó Dani - el instituto de “Los Jazmines”.
Al día siguiente me preparé para ir al instituto, era la primera vez que  llevaba uniforme para ir a la escuela.
Al salir del patio me crucé con Dani.
-Buenos días-me saludó-voy a coger un par de libros que se me han olvidado, si quieres esperarme y vamos juntos al instituto...
Lo cierto es que no me venía nada mal su ayuda, pensaba usar Google maps para llegar a clase.
-Sí, claro que te espero - yo esbozaba una sonrisa mientras lo decía.
Durante la ausencia de Dani yo pensaba es su mirada profunda, aireada y fresca. Sus ojos eran del verde más intenso de la escala cromática; iba encorvado, tenía un aspecto algo desaliñado. Perecía un jugador de baloncesto por su esbelta figura y su alta planta. Su pelo moreno cantaba demasiado por su pálida piel, que parecía porcelana.
Dani tenía diecisiete años, nos llevábamos uno de diferencia; él estudiaba primer curso de bachillerato, yo, en cambio, cuarto de ESO.
Durante la ida estuvimos hablando, según Dani el instituto no es un lugar donde se pierde el tiempo, si no donde se gana cultura, conocimiento y respeto (Los tres valores más necesitados de la escuela según Dani).
Sabía que no íbamos a la misma clase, pero igualmente se sentó en la hora de la comida conmigo. Dejando de lado el sin fin de chicas que lo esperaban en otras mesas.
A la salida me esperó y me llevó a un parque no muy lejos del instituto. Dejando la mochila en un banco cogió las cadenas de un columpio mientras se sentaba y cogía impulso. Echaba la cabeza hacia atrás para poder ir más rápido. Yo estaba extrañado. 
-¿Qué haces? -le  pregunté desde el banco donde estaban las mochilas.
-¿Hacer qué?-replicó él.
-No sé… ¿jugar?
Él saltó del columpio y, como un gimnasta olímpico clavó sus pies en el suelo, se volvió hacia mí extrañado.
-¿Y por qué no?-contestó con una pregunta retórica- los parques están hechos para eso, para jugar.
-Pero… ¿no eres un poco mayor para eso?
-No pone límites de edad, es algo tan obvio que nadie lo hace por miedo.
-¿Miedo a qué?
- A lo  que digan los de más, es decir, vergüenza.
Sus palabras me hacían pensar, no había límite de edad para divertirse en público.
Ese mismo jueves tenía dos exámenes y no sabía por dónde empezar a estudiar, mi madre no podía ayudarme porque estaba ocupada con los papeles del divorcio. En ello llegó Dani, justo antes de mandarlo todo por los aires.
-Buenas tardes, ¿molesto? -preguntó Dani tímido.
Mi madre desde la cocina lo oyó y gritó que no, Dani dirigiéndose hacia mí, volvió a preguntar.
-¿Estás muy ocupado?
-Lo cierto es que sí, pasado mañana tengo dos exámenes ¿por qué lo preguntas?
-Mi padre tiene para el sábado entradas para la ópera. Se las han dado en el trabajo. ¿Te apetece?
-¿Ópera? – repliqué yo-Eso es aburrido.
-Perdona, es lo suficiente mente buena para que yo la quiera ver- incluyó, con tono burlesco. - en fin ¿Te animas?
-Si estudio lo suficiente, sí.
-Vale, ¿qué tienes que estudiar?-preguntó arromangándose los puños de la camisa mientras entraba en mi casa.
-Historia, es lo que peor llevo.
Fue gracioso ver como Dani escenificaba la revolución francesa con los soldados de lego que tenía por casa. Ese examen lo bordé así que mi madre me dejó salir son Dani el sábado.
Vimos la flauta mágica, una de las óperas más conocidas del mundo y que yo casi me pierdo ver. Fue magnífico ver como las mujeres llegaban a notas tan altas que podían tocar la estrellas y los hombres llegar a tocar con sus voces todos los rincones del teatro municipal. Fue espectacular verlo en directo y se lo agradecí al padre de Dani por llevarnos y por darme una entrada.
El lunes volvimos a la rutina, todas las mañanas partíamos hacia las clases por la misma calle, a la misma hora y a paso ligero. Aquello era una locura, según Dani, la locura solo afecta a los que no tienen miedo de triunfar o de ganar. Dani nunca tenía delirios de grandeza, pero sí que se le iba un poco la cabeza. Por ejemplo: aquella vez que dijo que la inspiración venía de esnifar los pensamientos.
Pasaban los días, aquel chico al que apenas conocía se convirtió en mi mejor amigo. Según Dani tener mejores amigos es una forma de clasificar a las personas demasiado subjetiva. Él me contó que tener mejores amigos la parecía una auténtica tontería y que él nunca tuvo.
Llegando a finales del segundo trimestre; en la cafetería de la escuela, estaba yo con la bandeja llena entre las manos. Una de tantas chicas que perseguía a Dani por los pasillos entorpeció mi camino con una zancadilla, haciéndome caer y mancharme la camisa blanca del uniforme y no se me ocurrió nada mejor que hacer que salir hacia los baños enojado.
Dani, que lo había visto todo se dirigió hacia la chica y, cogiéndola del brazo enfurecido le dijo:
-Te has pasado Olivia.
Yo ya estaba encerrado en una de las cabinas que tienen los baños públicos, llorando, y pensando qué debería haber hecho. En eso que llegó Dani.
-¡Hey!- musitó con tono comprensivo-¿estás bien?
En ese momento no quería hablar con nadie, pero no se fue, no me quedó más remedio que decir que debería haberle dicho a esa chica un par de cosas.
-no puedes volver al pasado a reconstruir tu presente a tu gusto, solo puedes  reconstruir el futuro a tu ritmo desde ahora.
Abrí la puerta del baño, Dani estaba apoyado en la pared esperándome a que hablara para intentar comprenderme.
-Olivia se ha pasado, no ha tenido gracia, ya se lo he dicho-lo enumeró todo despegándose de la pared y acercándose a mí.
-¿puedo hacerte una pregunta?
-ya la estás haciendo- contestó él.
Miré al techo pidiendo paciencia
-otra- repliqué.
-si.
-¿Por qué te juntas conmigo, pudiendo estar tranquilamente con las chicas que tanto te buscan?
-Porque yo no quiero estar con ellas; quiero pensar, querer, ser entendido, como lo soy contigo. -dejó una pausa mientras se volvía a apoyar en la pared y miraba al suelo- además… solo quieren un objeto de burla del cual reírse de vez en cuando.
Sus palabras me recorrieron el cuerpo provocando un escalofrío, por primera vez en mucho tiempo, me sentía comprendido y querido. Sentí una fuerza abrumadora que tenía que exteriorizar, y no tuve otro recurso que el de abalanzarme sobre él. Me dejé llevar por un impulso, pero no me arrepentí. Él no parecía molesto, me devolvió el beso, como si él también lo estuviera deseando desde hace tiempo.
El tiempo pareció congelarse cuando de repente asomó por la puerta Olivia, para disculparse. Con cara de asombro salió corriendo.
Aquello me dolió, no por mi vergüenza, ni mi miedo, sino por el chico del que yo estaba enamorado. porque, a pesar de que Dani parecía más libre que nunca, no podía evitar sentirme culpable.
La reacción de Dani me sorprendió, la serenidad, templanza y calma ante la situación eran dignas de admirar. Después de todo era Dani, me miró y sonrió, con ese tipo de brillo en los ojos al estilo “lentejuela parpadeante”, no podíamos evitar mirarnos y no sentir lo que pasó.
Tal vez Olivia ya había propagado el rumor por todo el instituto, pero me daban igual sus burlas, la madurez me tapaba los oídos y no me dejaba oírles.
Según Dani tener miedo es normal, no tenerlo debería provocarlo. Dani no tenía miedo a las risas ni a las burlas, solo a no ser comprendido. Según Dani ese es el origen de la “falsedad”, por parte de aquellos que temen y no controlan el temor; pero Dani tenía bien cogidas las riendas de su miedo, formaba parte de él.
Según Dani lo peor de ser adolescentes es que ni sabemos diferenciar una trastada de una broma, no sabemos el daño que causamos hasta que ya lo hemos hecho, no conocemos a penas la personalidad propia, pero tampoco sabemos apreciarla cuando la vemos. No crecemos de forma ni anímica ni mental, porque no diferenciamos los sentimientos ajenos. Y lo peor es que no nos entendemos. Nos aferramos tanto a nuestras ideas y pensamientos que nos cerramos a otros mejores por puro orgullo.
Un día le confesé a Dani que quería ser como él.
-No tienes que ser como yo, si eres tú mismo serás mejor que cualquiera que se haga pasar por otra persona…¿me entiendes?
-si-conteste.
Rondando ya finales del segundo trimestre estábamos en el parque, al que pasábamos después de clases. Estábamos hablando tan tranquilamente en los columpios cuando unos chicos de mi clase   comenzaron a insultar.
-¡MARICAS!
Gritó uno
-¡MARICÓN!
 Chilló otro.
A Dani no parecía molestarle lo que nos llamaran pero yo en cambio era algo más sensible.
Según Dani la gente que insulta a otras personas para sentirse una persona realizada no es una persona con sentido común. Más de una ocasión sucedieron actos homofóbicos, las jugarretas hacia los gays de “Los Jazmines”.
Pero gracias a Dani y a mí, muchos de los chicas y chicas homo sexuales se atrevieron a salir del “armario”, de nuestro centro y dentro del distrito también.
Fuimos inspiración para gente que a lo mejor ni siquiera era homosexual, pero nos apoyaba. Las bromas fueron disminuyendo, los insultos se omitieron, las trastadas se acabaron.
Según Dani todo comienza con no temer a ser uno mismo. Según Dani, lo peor que hace el ser humano para dejar de evolucionar es no dejar evolucionar a otro ser humano. Según Dani ninguna lucha termina, siempre habrán opiniones diversas y gente dispuesta a dar su punto de vista y escuchar.
Según Dani…

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