"Has de poner los ojos en quién eres, procurando conocerte e ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse"
Razón tiene nuestro hidalgo.
Como este curso hemos optado, en vez de la lectura de alguna adaptación, por seleccionar una serie de capítulos representativos, por si alguno de vosotros no contare - entre los ejemplares de la biblioteca propia o familiar- con un ejemplar sobre las andanzas del famoso caballero, pensado he facilitaros tan extraordinaria tarea, ya que "esta nuestra edad de hierro" de ciertas ventajas goza.
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Entre los capítulos seleccionados, figuran la serie de consejos que don Quijote da a Sancho. No tienen desperdicio.
CAPÍTULO XLII
De los consejos que dio don Quijote a Sancho Panza antes que fuese a gobernar la ínsula, con otras cosas
bien consideradas
—Infinitas gracias doy al
cielo, Sancho amigo, de que antes y primero que yo haya encontrado con alguna
buena dicha te haya salido a ti a recebir y a encontrar la buena ventura. /…/ Tú,
que para mí sin duda alguna eres un porro, sin madrugar ni trasnochar y sin
hacer diligencia alguna, con solo el aliento que te ha tocado de la andante
caballería, sin más ni más te vees gobernador de una ínsula, como quien no dice
nada. /…/Todo esto digo, ¡oh Sancho!, para que no atribuyas a tus merecimientos
la merced recebida, sino que des gracias al cielo, que dispone suavemente las
cosas, y después las darás a la grandeza que en sí encierra la profesión de la
caballería andante. Dispuesto, pues, el corazón a creer lo que te he dicho,
está, ¡oh hijo!, atento a este tu Catón16,
que quiere aconsejarte y ser norte y guía que te encamine y saque a seguro
puerto deste mar proceloso donde vas a engolfarte, que los oficios y grandes
cargos no son otra cosa sino un golfo profundo de confusiones.
»IVPrimeramente,
¡oh hijo!, has de temer a Dios, porque en el temerle está la sabiduría y siendo
sabio no podrás errar en nada17.
»Lo segundo, has de poner
los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil
conocimiento que puede imaginarse18./…/
»Haz gala, Sancho, de la
humildad de tu linaje23,
y no te desprecies de decir que vienes de labradores24,
porque viendo que no te corres25,
ninguno se pondrá a correrte, y préciate más de ser humilde virtuoso que
pecador soberbio./…/
»Mira, Sancho: si tomas
por medio a la virtud y te precias de hacer hechos virtuosos, no hay para qué
tener envidia a los que padres y agüelos tienenVIII príncipes
y señores26,
porque la sangre se hereda y la virtud se aquista27,
y la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale./…/
»Hallen en ti más
compasión las lágrimas del pobre, pero no más justicia que las informaciones
del rico33.
»Procura descubrir la
verdad por entre las promesas y dádivas del rico como por entre los sollozos e
importunidades del pobre.
»Cuando pudiere y debiere
tener lugar la equidad, no cargues todo el rigor de la ley al delincuente, que
no es mejor la fama del juez riguroso que la del compasivo.
»Si acaso doblares la
vara de la justicia34,
no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia./…/
»Al que has de castigar
con obras no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del
suplicio, sin la añadidura de las malas razones.
»Al culpado que cayere
debajo de tu juridición considérale hombreXIVmiserable35,
sujeto a las condiciones de la depravada naturaleza nuestra, y en todo cuanto
fuere de tu parte, sin hacer agravio a la contraria, muéstratele piadoso y
clemente, porque aunque los atributos de Dios todos son iguales, más
resplandece y campea a nuestro ver el de la misericordia que el de la justicia.
»Si estos preceptos y
estas reglas sigues, Sancho, serán luengos tus días, tu fama será eterna, tus
premios colmados, tu felicidad indecible, casarás tus hijos como quisieres,
títulos tendrán ellos y tus nietos, vivirás en paz y beneplácito de las gentes,
y en los últimos pasos de la vida te alcanzará el de la muerte en vejez suave y
madura, y cerrarán tus ojosXV las
tiernas y delicadas manos de tus terceros netezuelos36.
Esto que hasta aquí te he dicho son documentosXVI que
han de adornar tu alma37;
escucha ahora los que han de servir para adorno del cuerpo.
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