martes, 1 de octubre de 2013

Vivir adrede, de Mario Benedetti


El fin de semana pasado, buscando entre los anaqueles de una librería un título para regalar a una amiga, me topé con un librito pequeño que llamó mi atención en un primer momento tan sólo por el color de sus tapas y la sencillez de su portada: "Vivir adrede" de Mario Benedetti. El título me sonaba - este es un poeta al que recurro con cierta asiduidad - pero no lo había leído. Como había bastante gente y el librero no me apremió para atenderme, me retiré a un rinconcito y allí, abstraída, empecé a disfrutarlo. Se trata de un conjunto de reflexiones breves estructuradas en tres secciones : Vivir, Adrede y Cachivaches. Me gustaron así que lo pagué y lo acabé de leer tranquilamente en casa durante el fin de semana. Hoy lo he regalado a alguien muy querido, a quien le gustará que haya aprovechado la circunstancia para transcribir aquí unos fragmentos que compartir con vosotros.


Vaivenes
Cada existencia tiene sus vaivenes, que es como decir sus pormenores. El tiempo es como el viento, empuja y genera cambios. De pronto nos sentimos prisioneros de una circunstancia que no buscamos sino que nos buscó. Y para liberarnos de esa gayola es imprescindible pensar y sentir hacia adentro, con una suerte de taladro llamado meditación. De pormenor en pormenor vamos descubriendo el exterior y la intimidad, digamos el milímetro del universo que nos tocó en suerte. Y sólo entonces, cuando encontramos al muchacho o al vejestorio que lleva nuestro nombre, sólo entonces los pormenores suelen convertirse en pormayores.

De palabra en palabra.
Uno de los trayectos más estimulantes de esta vida es el tránsito por el idioma. El pensamiento avanza de palabra en palabra. Es una senda llena de sorpresas y algunas veces totalmente inédita. Y cuando pasa a ser sonido, cuando cada vocablo por fin coincide con la voz que lo espera, entonces lo normal se convierte en milagro. Paso a paso, sílaba a sílaba, el idioma pasa a ser una revelación. Y qué placer cuando un prójimo cualquiera sale a nuestro encuentro, paso a paso también, sílaba a sílaba, y su palabra se abraza con la nuestra.
Las maravillas y las impurezas emergen repentinamente del olvido y se introducen sin permiso en nuestro asombro. Gracias al idioma, sobrevivimos. Porque somos palabra, quién lo duda. El lenguaje es una bolsa de ideas, una metafísica que no tiene reglas, una propuesta que cada día es distinta.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

MUJERES QUE INSPIRAN

  Rosa Parks (1913 – 2005) El primero de diciembre del año 1955, en Montgomery ( Alabama), Rosa, una mujer negra , se sube al autobús que to...