La primera vez que, por casualidad, leí algún poema de Li Qingzhao quede conmovida por esa poesía en apariencia sencilla pero extraordinariamente sugerente.
Antes de nada he de confesar que mi desconocimiento de la poesía china es total por lo que fue para mi una gran sorpresa descubrir que se trataba de una autora del siglo XI (1083-1151)
Y digo sorpresa porque algunos de los rasgos de su poesía sólo los hemos visto en nuestra lírica occidental en el siglo XX. Seguramente por ello sus poemas parecen tan actuales, tan de nuestros días . La yuxtaposición de imágenes, el juego de perspectivas al utilizar la primera y la tercera persona como desdoble del yo poético, el uso de símbolos , la fuerza de la sugerencia nos llevan en un primer momento a pensar en un texto contemporáneo... Y sin embargo, ¡diez siglos nos separan de su autora! Por contraposición , sus temas, en general en torno al lamento amoroso por la ausencia del amado, a la espera, nos recuerdan las primeras composiciones medievales de nuestra lírica popular : las jarchas, las cantigas de amigo, algún villancico...
Propongo como muestra dos de sus poemas (en traducción de Pilar González); palabras que trascienden límites temporales y culturales por su propia cualidad poética.
Una rama
de ciruelo
el aroma
de los lotos rojos se desvanece,
verde
alfombra de otoño,
me desabrocho el fino vestido de seda,
sola subo
a la pequeña barca
¿quién me
enviará entre las nubes
preciosos mensajes de amor?
Quizá
volando de regreso
las ocas salvajes dibujen palabras en el cielo
La
claridad de la luna envuelve el pabellón del oeste
Las
flores se marchitan
pero las
aguas fluyen como siempre
Igual que
nuestro amor
Dos lugares
distintos: una misma tristeza
Que
quisiera detener pero no puedo
Lágrimas
desde mis ojos caen,
desde mi corazón ascienden
....................................................
viento
detenido
polvareda de perfumes
flores últimas
se hace tarde en la noche
¡estoy tan cansada
que no puedo ni cepillarme el pelo!
las cosas permanecen
los hombres no
todo en su final se acaba
quisiera hablar
pero mis lágrimas se precipitan
dicen que en Shuangxi
la primavera es aún hermosa
podría navegar allí
en una barca ligera
pero quizá esta sea tan pequeña tan frágil
que no pueda soportar el peso
de tanta melancolía
polvareda de perfumes
flores últimas
se hace tarde en la noche
¡estoy tan cansada
que no puedo ni cepillarme el pelo!
las cosas permanecen
los hombres no
todo en su final se acaba
quisiera hablar
pero mis lágrimas se precipitan
dicen que en Shuangxi
la primavera es aún hermosa
podría navegar allí
en una barca ligera
pero quizá esta sea tan pequeña tan frágil
que no pueda soportar el peso
de tanta melancolía
Como además de la belleza de esos versos, la personalidad y la vida de esta mujer es fascinante, trascribo una breve reseña de la misma (de http://objet-a.blogspot.com.es/ )
Nacida en 1083 en una
familia ilustre de Jinan que servía al emperador, recibió una educación
intelectual y artística. Se casó con un estudiante imperial Zhao Mingcheng, con
quien compartió su creación poética, su afición por los libros, las pinturas y
las antigüedades. Se gastaban todo lo que tenían en comprar piezas antiguas,
libros, sellos de inscripciones, rollos
de pinturas y caligrafías. Ella
explica que en el primer y decimoquinto día del mes su marido empeñaba alguna
prenda de ropa para poder comprar fruta y copias de las inscripciones. Se
alimentaban de arroz y verduras, vestían con ropa
sencilla y en cambio llenaron hasta diez salas de su casa con sus
colecciones. Iban a las bibliotecas imperiales en búsqueda de poemas que no
aparecían en los anales clásicos, historias extraoficiales u obras que habían
sido escondidas en las paredes y encontradas en las tumbas. Por su trabajo
oficial, él se vio obligado a viajar a menudo pasando largas temporadas fuera,
lo que ofreció a Li Qingzhao la ocasión de escribir muchos poemas de amor, de
separación o espera. Juntos escribieron un registro o catálogo de inscripciones
aparecidas sobre metal y piedra , el Jin
Shi Lu, de 30 volúmenes, que a la muerte de él a sus 48 años, ella siguió
corrigiendo y completando para su edición. Vivió durante los años agitados de
la transición de la dinastía Song del Norte a la del Sur. Perdió todo lo que
poseía, enfermó y se vio obligada a viajar en busca de acogida y apoyo. En el
epílogo a la edición del catálogo, ella explica las peripecias de su vida en
primera persona y recuerda con nostalgia el que debió ser un divertido
matrimonio.
“Cuando traía las caligrafías, las
enrollábamos y desenrollábamos miles de veces. Cuando adquiríamos un vino
antiguo, lo examinábamos con gran atención. Corregíamos los errores de los
libros, apuntábamos las ausencias en los antiguos y nos dedicábamos a meditar y
apreciar cómo se quemaban las velas. Cada tarde, después de cenar, nos
sentábamos juntos y jugábamos a un juego inventado. Traíamos mil libros sobre
la mesa y debíamos adivinar de quién era ese verso, a qué obra pertenecía, o
intentábamos situar la fecha exacta de un hecho histórico y acabábamos muertos
de risa con el té derramado sobre la mesa.”
http://www.rtve.es/resources/TE_SRLAHO/mp3/9/8/1296221496789.mp3
http://www.rtve.es/resources/TE_SRLAHO/mp3/9/8/1296221496789.mp3