martes, 27 de marzo de 2012

Miguel Hernández, 70 aniversario de su muerte

El 28 de marzo de 1942, 
a las 5, 30 de la mañana,  
en Alicante, 
encarcelado y enfermo de tuberculosis, 
moría Miguel Hernández Gilabert.

Sí, mañana se conmemora  el 70 aniversario de su muerte.

En los últimos años, especialmente en torno al centenario de su nacimiento (1910) y a la fecha de su muerte, se vienen sucediendo diversos actos conmemorativos. Uno de ellos es La senda del poeta. Realizado de forma anual en el fin de semana más próximo a la fecha de su muerte, se trata de un recorrido de tres días en torno a los lugares relacionados con su vida y obra. Se inicia en Orihuela y se concluye ante la tumba de Miguel en el cementerio de Alicante. El recorrido se jalona con recitales, conciertos o dramatizaciones, algunas de ellas a cargo de jóvenes de las localidades por las que trascurre y otras, de carácter totalmente espontáneo.

Este año su realización correspondió al fin de semana pasado (de viernes a domingo) Aunque llevaba tiempo con la idea de participar en esta actividad, hasta este curso no lo había hecho y la experiencia -dejando al margen los corolarios de agujetas y ampollitas que aquejan a senderistas algo maduritos y poco experimentados como yo- ha sido muy grata. Me sorprendió el elevado número de senderistas de todas las edades, me emocioné con la autenticidad de algunos de los participantes,  disfruté del recorrido y de sus momentos de descanso y compartí con otras gentes la querencia por este poeta, el reconocimiento a su poesía y a su actitud vital.

Confío en que alguno de vosotros, en próximas convocatorias, se anime a coger el saco de dormir y la mochila y emprender esta Senda del Poeta. 
Se os llenarán los bolsillos de algo más que un puñado de versos.
















ETERNA SOMBRA


 Yo que creí que la luz era mía
precipitado en la sombra me veo.
Ascua solar, sideral alegría
ígnea de espuma, de luz, de deseo.

Sangre ligera, redonda, granada:
raudo anhelar sin perfil ni penumbra.
Fuera, la luz en la luz sepultada.
Siento que sólo la sombra me alumbra.

Sólo la sombra. Sin astro. Sin cielo.
Seres. Volúmenes. Cuerpos tangibles
dentro del aire que no tiene vuelo,
dentro del árbol de los imposibles.

Cárdenos ceños, pasiones de luto.
Dientes sedientos de ser colorados.
Oscuridad del rencor absoluto.
Cuerpos lo mismo que pozos cegados.

Falta el espacio. Se ha hundido la risa.
Ya no es posible lanzarse a la altura.
El corazón quiere ser más de prisa
fuerza que ensancha la estrecha negrura.

Carne sin norte que va en oleada
hacia la noche siniestra, baldía.
¿Quién es el rayo de sol que la invada?
Busco. No encuentro ni rastro del día.

Sólo el fulgor de los puños cerrados,
el resplandor de los dientes que acechan.
Dientes y puños de todos los lados.
Más que las manos, los montes se estrechan.

Turbia es la lucha sin sed de mañana.
¡Qué lejanía de opacos latidos!
Soy una cárcel con una ventana
ante una gran soledad de rugidos.

Soy una abierta ventana que escucha.
por donde va tenebrosa la vida.
Pero hay un rayo de sol en la lucha
que siempre deja la sombra vencida.  

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