jueves, 25 de octubre de 2012

Le Pont Mirabeau


Hay entradas en este blog que obedecen al simple capricho y otras que están marcadas por fechas y acontecimientos. La de hoy es de estas últimas : tan sólo la motiva el deseo de recordar a nuestro compañero Carlos. Lo haré con unos versos de Guillaume Apollinaire (que, además de sus famosos caligramas, tiene poemas muy bonitos)
Y, cuando visitéis Paris, no olvidéis asomaros al Puente Mirabeau para ver trascurrir con la vida el Sena . 


 Le Pont Mirabeau
Sous le pont Mirabeau coule la Seine
            Et nos amours
       Faut-il qu'il m'en souvienne
La joie venait toujours après la peine

     Vienne la nuit sonne l'heure
     Les jours s'en vont je demeure

Les mains dans les mains restons face à face
            Tandis que sous
       Le pont de nos bras passe
Des éternels regards l'onde si lasse

     Vienne la nuit sonne l'heure
     Les jours s'en vont je demeure

L'amour s'en va comme cette eau courante
            L'amour s'en va
       Comme la vie est lente
Et comme l'Espérance est violente

     Vienne la nuit sonne l'heure
     Les jours s'en vont je demeure

Passent les jours et passent les semaines
            Ni temps passé
 
       Ni les amours reviennent
Sous le pont Mirabeau coule la Seine

     Vienne la nuit sonne l'heure
     Les jours s'en vont je demeure.



El puente Mirabeau mira pasar el Sena 
Mira pasar nuestros amores.
Y recuerda al alma serena
Que la alegría siempre viene tras de la pena
Viene la noche suena la hora
Y los días se alejan.
Y aquí me dejan
Frente a frente mirémonos -las manos enlazadas-
Mientras que pasan bajo el puente
De nuestros brazos -fatigadas-
Las hondas silenciosas de nuestras dos miradas
Viene la noche suena la hora
Y los días se alejan
Y aquí me dejan
El amor se nos fuga como esta agua corriente
El amor se nos va
Se va la vida lentamente
Cómo es de poderosa la esperanza naciente
Viene la noche suena la hora
Y los días se alejan
Y aquí me dejan
Huyen el lento día y la noche serena
Mas nunca vuelven
Los tiempos que pasaron ni el amor ni la pena
El puente Mirabeau mira pasar el Sena
Viene la noche suena la hora
y los días se alejan
y aquí me dejan.
(Versión de Andrés Holguín)


martes, 23 de octubre de 2012

Ortografía y Pedro Páramo

La semana pasada se celebró en el IES Luis Vives de Valencia la prueba de la fase autonómica del XIII Concurso Hispanoamericano de Ortografía, en el que nuestra representante, Paula Ballesteros, obtuvo un meritorio decimocuarto puesto.
 ¡Muy bien, Paula, enhorabuena!


Este año la obra de la que se extrajo el texto propuesto como dictado era Pedro Páramo, de Juan Rulfo.
Quiero aprovechar esta circunstancia para recomendar su lectura. Es una novela breve, bastante curiosa, que  puede servir para entender mejor eso que se ha dado en llamar el Realismo Mágico. Esta corriente, desarrollada fundamentalmente por los escritores latinoamericanos de mediados del siglo XX, centra su principal interés en incluir lo irreal, lo extraño, lo sobrenatural o lo supersticioso en un marco verosímil de naturaleza realista. La aparición de elementos mágicos, de mitos y leyendas; la importancia de lo sensorial; la multiplicidad de narradores o la distorsión del tiempo son algunos de los rasgos que la caracterizan. Y aunque es Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, la obra de referencia al hablar de Realismo Mágico o de Lo real maravilloso, se suele considerar la obra de Rulfo como la iniciadora de la corriente.



A continuación, un fragmento de Pedro Páramo, el comienzo de la obra, (el dictado de la prueba se hizo con los primeros párrafos):

Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría, pues ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo. "No dejes de ir a visitarlo -me recomendó. Se llama de este modo y de este otro. Estoy segura de que le dar gusto conocerte." Entonces no pude hacer otra cosa sino decirle que así lo haría, y de tanto decírselo se lo seguí diciendo aun después de que a mis manos les costó trabajo zafarse de sus manos muertas.

Todavía antes me había dicho:

-No vayas a pedirle nada. Exígele lo nuestro. Lo que estuvo obligado a darme y nunca me dio... El olvido en que nos tuvo, mi hijo, cóbraselo caro.
-Así lo haré, madre.

Pero no pensé cumplir mi promesa. Hasta que ahora pronto comencé a llenarme de sueños, a darle vuelo a las ilusiones. Y de este modo se me fue formando un mundo alrededor de la esperanza que era aquel señor llamado Pedro Páramo, el marido de mi madre. Por eso vine a Comala. Era ese tiempo de la canícula, cuando el aire de agosto sopla caliente, envenenado por el olor podrido de la saponarias.

El camino subía y bajaba: "Sube o baja según se va o se viene. Para el que va, sube; para él que viene, baja."
-¿Cómo dice usted que se llama el pueblo que se ve allá abajo?
-Comala, señor.
-¿Está seguro de que ya es Comala?
-Seguro, señor.
-¿ Y por qué se ve esto tan triste?
-Son los tiempos, señor.
Yo imaginaba ver aquello a través de los recuerdos de mi madre; de su nostalgia, entre retazos de suspiros. Siempre vivió ella suspirando por Comala, por el retorno; pero jamás volvió. Ahora yo vengo en su lugar. Traigo los ojos con que ella miró estas cosas, porque me dio sus ojos para ver: "Hay allí, pasando el puerto de Los Colimotes, la vista muy hermosa de una llanura verde, algo amarilla por el maíz maduro. Desde ese lugar se ve Comala, blanqueando la tierra, iluminándola durante la noche." Y su voz era secreta, casi apagada, como si hablara consigo misma... Mi madre.
-¿Y a qué va usted a Comala, si se puede saber? -oí que me preguntaban.
-Voy a ver a mi padre contesté.
-¡Ah! - dijo él.
Y volvimos al silencio.
Caminábamos cuesta abajo, oyendo el trote rebotado de los burros. Los ojos reventados por el sopor del sueño, en la canícula de agosto.
-Bonita fiesta le va a armar -volví a oír la voz del que iba allí a mi lado-. Se pondrá contento de ver a alguien después de tantos años que nadie viene por aquí.
Luego añadió:
-Sea usted quien sea, se alegrará de verlo.
En la reverberación del sol, la llanura parecía una laguna transparente, deshecha en vapores por donde se traslucía un horizonte gris. Y más allá, una línea de montañas. Y todavía más adelante, la más remota lejanía.
-¿Y qué trazas tiene su padre, si se puede saber?
-No lo conozco -le dije-. Sólo sé que se llama Pedro Páramo.
-¡Ah!, vaya.
-Sí, así me dijeron que se llamaba.
Oí otra vez el "¡ah!" del arriero.
Me había topado con él en Los Encuentros, donde se cruzaban varios caminos. Me estuve allí esperando, hasta que al fin apareció este hombre.
-¿A dónde va usted? -le pregunté.
-Voy para abajo, señor.
-¿Conoce un lugar llamado Comala?
-Para allá mismo voy.
Y lo seguí. Fui tras él tratando de emparejarme a su paso, hasta que pareció darse cuenta de que lo seguía disminuyó la prisa de su carrera. Después los dos íbamos tan pegados que casi nos tocábamos los hombros.
-Yo también soy hijo de Pedro Páramo -me dijo.
Para seguir leyendo:

sábado, 13 de octubre de 2012

Sobre el Sísifo de hoy y su deber ético de rebelarse


Esta semana se publicaba en El periódico de Aragón  (10/10/2012) un artículo de Antonio Aramayona que leí atraída, en principio, por el título, Sísifo, deja de hacer el  mindungui (me picó la curiosidad esa confluencia de la referencia  culta y el coloquialismo léxico) . Me pareció interesante para reproducirlo aquí y proponerlo en alguna clase para la reflexión y el comentario.
............................................................

Cuenta la mitología griega que Sísifo, rey de Corinto y hombre famoso por su astucia, fue castigado por los dioses a perder la vista y empujar una enorme piedra cuesta arriba hasta la cumbre de una montaña, pero cuando le faltaba poco para conseguirlo, una "fuerza poderosa" --dice la Odisea, 593-- hacía que la roca cayera rodando a la llanura. Sísifo estaba condenado a volver a empezar una y otra vez, repetir la ascensión, "con el sudor corriendo por sus miembros y el polvo sobre su cabeza".

Grandes artistas y pensadores se han hecho eco del relato, conocido como "mito de Sísifo". Por ejemplo, mi admirado pensador y escritor Albert Camus le dedicó un libro con ese mismo título donde ofrece una interesante reflexión sobre la vida, la muerte y el absurdo, de la que brota la imagen del "hombre rebelde": ante lo absurdo de la vida, el hombre rebelde decide mantener una permanente confrontación con esa vida que le resulta incomprensible mediante su determinación de vivir con toda intensidad cada momento de su existencia.

HOY, EL HOMBRE rebelde debe ser otro. Antes los dioses castigaban inapelablemente a los hombres que se oponían a sus designios. Hoy son otros dioses, los mercados, los que pretenden que las personas y las sociedades retornen a estados de hace muchas décadas en los que el pueblo estaba sometido, apenas sin derechos, a los dictados del poder de la fuerza y del dinero. Antes a nadie se le ocurría que Sísifo puede y debe negarse a ejecutar su condena de subir incesantemente una roca hasta la cima de una montaña, pues formaba parte de la cultura y de la identidad de los griegos la creencia de que los dioses decidían inapelablemente (la ananké, plasmada en sus tragedias) sobre las vidas humanas.

Hoy constituye un deber ético rebelarse contra un sistema económico y político que enajena al ciudadano de sus derechos y posibilidades básicos, arrebata su bienestar y pretende implantar un régimen oligocrático, donde una minoría cada vez vive mejor a costa de la alienación económica, cultural, social, política y humana del pueblo.

Si los dioses mercados quieren dejarnos ciegos como a Sísifo, hemos de reivindicar con todas nuestras fuerzas una escuela pública, universal, laica y gratuita que forme a las generaciones jóvenes en la crítica claridad de ideas y de actitudes, que impulse a la ciudadanía entera a querer y luchar hasta la extenuación por que otro mundo sea posible.

Si nos quieren hacer cargar con la descomunal piedra de sus beneficios ilimitados, de sus deudas debidas a su enorme codicia, de su temor a que cambie un sistema que necesita tener en la pobreza y la necesidad a la mayor parte de la población mundial y de cada país, de sus guerras preventivas y de sus burdas falacias sobre el terrorismo internacional, hemos de rechazar activamente semejante carga, pedir responsabilidades penales a quienes cometieron esos desmanes y hacer que la montaña y las piedras y el cielo y la naturaleza entera sean de todos y para todos.

ENCONTRAMOS a otro personaje mitológico, Tántalo, aplastado por Zeus con una roca y, ya muerto, eternamente castigado a estar siempre en el agua y rodeado de alimentos. Cada vez que, hambriento y sediento, quiere coger una fruta o beber un sorbo de agua, estos se retiran automáticamente de su alcance. No es cuestión solo de recordar ahora las decenas de miles de seres humanos que mueren diariamente de hambre y de agua insalubre, sino de romper nuestras ligaduras y convencernos, juntos, de que no debe haber más treguas ni componendas con la clase explotadora.

Asistimos diariamente a una burda y bufa estafa, que nos aboca a una recesión económica pantagruélica y a una involución social de devastadoras consecuencias para el presente y el futuro. Sin salir de su torre de marfil, cierran filas en el Congreso de los Diputados (vg. el portavoz adjunto en el Congreso, Rafael Hernando) y se tacha al juez de la Audiencia Nacional, Santiago Pedraz de "demagogo" y "políticamente indecente" por calificar como "decadente" a la clase política. Efectivamente, aunque osó decir que el rey está desnudo, hay que reconocer que el juez Pedraz cometió un fallo flagrante: no incluir en esa decadencia también a la clase judicial.

PREVIAMENTE, la Policía había informado al juez que la campaña del 25-S "Rodea el Congreso" constituía un atentado contra las altas instituciones del Estado. Vayamos entonces también a las fuentes clásicas del análisis político: policía, ejército, parlamento, judicatura, entre otras instituciones, forman parte de la superestructura del Estado al servicio del poder económico industrial y financiero, desde donde se mueven los hilos, se dictan las órdenes y se recogen lo beneficios, producto del expolio.

Sísifo, deja de hacer el mindungui en esa montaña, aprende islandés, rebélate y manda a hacer gárgaras a los dioses, a los tuyos y a los nuestros, disfrazados hoy carnavalescamente de mercados.

Antonio Aramayona es profesor de Filosofía

lunes, 8 de octubre de 2012

Un poco de poesía "ácida"

Retomo de nuevo la costumbre de escoger algún que otro poema.
Hoy he optado por este de Ángel González.
Me gusta su ironía.
Es un poco "ácido", como nuestro tiempo.

............................

Durante muchos siglos
la costumbre fue ésta:
aleccionar al hombre con historias
a cargo de animales de voz docta,
de solemne ademán o astutas tretas,
tercos en la maldad y en la codicia
o necios como el ser al que glosaban.
La humanidad les debe
parte de su virtud y su sapiencia
a asnos y leones, ratas, cuervos,
zorros, osos, cigarras y otros bichos
que sirvieron de ejemplo y moraleja,
de estímulo también y de escarmiento
en las ajenas testas animales,
al imaginativo y sutil griego,
al severo romano, al refinado
europeo,
al hombre occidental, sin ir más lejos.
Hoy quiero —y perdonad la petulancia—
compensar tantos bienes recibidos
del gremio irracional
describiendo algún hecho sintomático,
algún matiz de la conducta humana
que acaso pueda ser educativo
para las aves y para los peces,
para los celentéreos y mamíferos,
dirigido lo mismo a las amebas
más simples
como a cualquier especie vertebrada.
Ya nuestra sociedad está madura,
ya el hombre dejó atrás la adolescencia
y en su vejez occidental bien puede
servir de ejemplo al perro
para que el perro sea
más perro,
y el zorro más traidor,
y el león más feroz y sanguinario,
y el asno como dicen que es el asno,
y el buey más inhibido y menos toro.
A toda bestia que pretenda
perfeccionarse como tal
—ya sea
con fines belicistas o pacíficos,
con miras financieras o teológicas,
o por amor al arte simplemente—
no cesaré de darle este consejo:
que observe al homo sapiens, y que aprenda.

Ángel González (1925-2008)

Concurso para jóvenes


Requisitos y plazos

Podrán optar al Premio Literario "LA CAIXA"/PLATAFORMA todos aquellos jóvenes, de cualquier nacionalidad o procedencia, que tengan entre 14 y 25 años durante el plazo de entrega de las obras, hasta el día 1 de noviembre de 2012.

Las obras tienen que ajustarse a la categoría de novela juvenil y deben estar escritas en castellano o catalán. La extensión de las novelas será de un mínimo de 80 páginas y de un máximo de 300 páginas, medida DIN A4, mecanografiadas a doble espacio y en una sola cara con tipografía Times New Roman tamaño 12. El plazo de admisión de originales se cerrará el día 1 de noviembre de 2012 y, posteriormente, sólo se aceptarán aquellas obras que lleguen con matasellos no posteriores al final del plazo.

El jurado estará formado por el escritor Francesc Miralles y el director de PLATAFORMA EDITORIAL, Jordi Nadal. El veredicto se dará a conocer durante el mes de enero de 2013. PLATAFORMA EDITORIAL establece un primer premio, dotado de 3.000 euros. Asimismo, la obra ganadora será publicada dentro del sello juvenil Plataforma Neo.

Para más información puedes descargarte las bases o enviar un email aneo@plataformaeditorial.com

martes, 2 de octubre de 2012

Suerte a nuestra representante en el XIII Concurso Hispanoamericano de Ortografía


En días anteriores se realizó en el centro la prueba para determinar quién nos representará en la XIII edición del Concurso Hispanoamericano de Ortografía. 
La alumna ganadora de este año ha sido Paula Ballesteros, quién ya se había distinguido el curso pasado, junto a Natalia Rocamonde, como ganadora del concurso que a nivel interno venimos realizando (“Mejoro mi ortografía”)
Desde aquí y en nombre de todos, le deseamos suerte el próximo día 17 de Octubre, fecha en la que se celebrará, en el IES Luis Vives de Valencia, la Fase autonómica del concurso.

MUJERES QUE INSPIRAN

  Rosa Parks (1913 – 2005) El primero de diciembre del año 1955, en Montgomery ( Alabama), Rosa, una mujer negra , se sube al autobús que to...