jueves, 29 de septiembre de 2011

Recordando por los que no pueden recordar.

La semana pasada se celebró el Día mundial del Alzhéimer
La Fundación Reína Sofía y la Confederación Española de Familiares de Enfermos de Alzhéimer,  junto a otras entidades, propuso hace algún tiempo, como forma de concienciación de la necesidad de avanzar en la investigación sobre esta enfermedad, la creación de un "Banco de recuerdos".
http://www.bancoderecuerdos.es/
 Se trata de donar o apadrinar un recuerdo. Lo primero parece fácil, lo segundo  no cuesta mucho.


Aproveché la idea para proponer en alguna clase esa actividad. 
A continuación figuran algunos de los textos que redactaron nuestros alumnos:


 Ayer fue el día internacional del alzheimer. Como consecuencia, hoy me han preguntado que si pudiera elegir un recuerdo, uno sólo de toda la colección de momentos que al fin y al cabo forman mi pasado y mi presente, cual guardaría en el banco de recuerdos. Automáticamente algo se disparó en mi cabeza, una carrera de recuerdos que recorrían mi cabeza para intentar resaltar entre los demás. Era una pregunta que en parte deseaba contestar con mis más de mil y un recuerdos felices, pero por otra parte no podía dejar de pensar en el miedo que me daba elegir sólo uno. He pensado en las veces que he bailado como una loca y he cantado canciones sin letra, en los besos que me daba mi madre cada noche antes de irme a dormir, en la sonrisa perfecta de mi hermano, en sus ''te quiero hermanita''. Me he acordado de cada una de las miradas de complicidad con mi mejor amigo, y en la ancha media luna sonriente de mi mejor amiga, en las tardes de verano con mi gente, en el día que me compré mis zapatillas favoritas, en el significado de cada una de las pulseras que se enrollan en mis muñecas, en el olor del césped recién cortado y en el sabor del chocolate, en todos los besos que alguna vez robé y que alguna vez me robaron. Se me han pasado por la cabeza las letras de las mil canciones que he cantado mientras caminaba por la calle, no me gustaría olvidar ninguna. Por un momento he creído que moriría si no supiera reconocer la cara de la persona a la que amo, si no pudiera reconocer las palabras del genio Neruda, si no supiera localizar los lugares que me enamoraron, si no pudiera recordar aquella noche, y tantas otras. Me frustra pensar que podría no recordar cada error y cada solución, lo que se aprende en la calle día a día, lo que uno mismo puede llegar a demostrarse a sí mismo. Supongo que a todo el mundo le pasará algo parecido, ese miedo de estrellarse y no poder meter nada en la maleta antes de salir huyendo a lo desconocido... Es por eso que no encuentro respuesta a esa pregunta, pero quizás un día, sin más, lo averiguaré.  GM
  
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Hace ya diez años mis padres se divorciaron. Soy consciente del daño que mi padre le hizo a mi madre y, sinceramente, no sé cómo pude perdonarle…
Los gritos en la cocina, las noches sin dormir, las ganas de irse lejos…
Llorar era lo que más hacía, llorar y cuidarnos con esfuerzo a mi hermano y a mí.
Rara vez sonreía y, cuando lo hacía, era por compromiso. No era ella y yo, con ocho años, la echaba demasiado de menos.
Pero un día, al cabo de unos meses, se levantó, vino a mi cama, me abrazó y con una amplia sonrisa me confesó que volvía a ser feliz.   NP

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Nunca me gustaría olvidar la primera vez que estuviste en mis brazos, no porque fuera la primera persona que te tuvo en ellos, sino porque verme en una habitación de un hospital, junto a las tres personas más importantes de mi vida y sonriendo de felicidad, es la imagen más bonita de mi vida. Y aunque después vinieran los problemas y aquello no fuera tan bonito yo solo me quedo, con esa imagen: el único recuerdo por el que sigo adelante cada día. Gracias.    MG
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De momento, el mejor recuerdo que mi mente recrea, es el de mi familia en el salón de mi casa presenciando el momento histórico en el cual el Valencia sería capaz de ganar la UEFA con la liga ya ganada. Fue un día bastante ajetreado por la organización y las prisas que conllevan los nervios horas antes de hacer historia. Sobra decir que en mi familia hay tradición futbolística para dar y regalar. Pero a todos solo nos preocupaba un detalle. ¿Vendrá la "yaya"? Todos éramos conscientes de su estado y de las limitaciones que su enfermedad le ponía, pero, como gran valencianista que era, acudió a la gran cita.
Como todos esperábamos el Valencia se proclamó campeón con un contundente 2-0. En realidad, eso fue lo de menos, ya que lo que no quiero olvidar nunca es el abrazo y los besos que mi yaya me dio ese día rebosando felicidad antes de fallecer meses después.  J M



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