Éste es el libro que estoy acabando de leer. ¿A que tiene un título curioso? Pues aparte de la curiosidad del título, el libro es una delicia. Me lo regaló mi amiga Nu, que siempre acierta. Al principio, al ver que se presentaba como una serie de cartas, estuve a punto de ponerle algún reparo (en la actualidad parece que tendamos a mirar con desconfianza el género epistolar) pero enseguida recordé otro título del mismo género, 84 Charing Cross Road (por cierto, regalo igualmente de la misma amiga), que calificaría también de “delicioso” de no ser por el hecho de que ya he utilizado ese adjetivo.
El libro es tierno y entretenido, con contenidas pero suficientes dosis de humor (a menudo te descubres sonriendo y disfrutando la fina ironía con que se cuentan algunas anécdotas) ¿De qué trata? La narración se enmarca en 1946, recién acabada la segunda guerra mundial; la escritora Juliet Ashton, que está buscando tema para un nuevo libro, lo encuentra de forma inesperada en torno a la isla de Guernsey y a una extraña sociedad literaria cuyo origen e historia vamos conociendo a través de las cartas que se intercambian múltiples personajes.
Sí, porque todo el libro son ”cartas, relaciones, cartas,… fragmentos de ternura”; cartas que nos van descubriendo a unos personajes sencillos y lo que ha supuesto para ellos leer (para algunos, el descubrimiento de la lectura) en unos tiempos difíciles; cartas que nos hablan de actitudes valientes en tiempos oscuros, que nos hablan de afectos, del valor de la amistad, del valor de las pequeñas cosas (aquellas pequeñas cosas que nos dejo un tiempo “no“ de rosas)
A uno de esos entrañables personajes, Isola Pribby, le debemos una hermosa cita: "Leer buenos libros te impide disfrutar de los malos”.
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